El migajerismo: el arte triste de aceptar lo mínimo emocionalmente
Ok, vamos a hablar del migajerismo. Si no
sabes qué es,
felicidades, probablemente estás en una relación saludable o tus estándares emocionales no fueron triturados por la cultura del “conformarse porque así es la vida” pero si estás aquí porque el término te vibra más que tu celular cuando le escribes a esa persona que te deja en visto, quédate, que esto va pa' ti.
El migajerismo no es solo un concepto, es casi un estilo de vida (uno que nadie pidió). Es cuando estás tan acostumbradx a recibir tan poquito amor, atención o validación que cuando alguien hace lo mínimo, tú te sientes como si te hubieran dado las llaves de la felicidad. Literalmente, alguien te responde un “¿cómo estás?” sin que se lo pidas y tú ya estás considerando escribirle una carta de amor o presentárselo a tu abuela. That's migajerismo, bestie.
Es aceptar las sobras emocionales de alguien y hacerlas banquete en tu cabeza. Es esa vocecita interna que dice: “bueno, al menos no me odia”, cuando claramente esa persona solo te escribe cuando está aburrida, borracha o cuando se le cae su backup emocional de confianza. Tú eres su muletita emocional, y tú ahí, feliz porque te dijo que tu historia de Instagram estaba "cool".
La cosa es que el migajerismo no nace solo. Viene de heridas. De que en algún momento nos convencieron de que no merecemos más, de que querer mucho es pedir demasiado, o de que si te ilusionas con alguien por ser amable, es tu culpa por “idealizar”. Pero, bro... ¿de verdad está mal querer sentirte queridx? ¿Está mal emocionarte porque por fin alguien te ve?
Y lo más trágico es que en esta era de la inmediatez, los mensajes en visto y el ghosteo masivo, el migajerismo florece. Porque ya no se trata solo de relaciones amorosas. También es cuando te conformas con amistades que solo te hablan cuando necesitan algo, jefes que te aplauden por trabajar extra gratis, o incluso contigo mismx cuando justificas no cuidarte porque “al menos estás funcionando”.
Pero, hey, esto no es solo una carta de autocompasión. Es también una llamada a despertar. A darte cuenta que mereces más que migajas. Merezcas el pan entero. Y no cualquier pan: un pan calientito, recién hecho, con costra crujiente y todo el amor amasado dentro (ok, me fui por la metáfora panadera, pero se entiende).
Así que sí, amigx migajerx, está bien darte cuenta que te has conformado. Lo que no está bien es quedarte ahí. Rompe el ciclo. Bloquea. Pide más. Ponte como prioridad. Porque tú no eres sobras, y tu corazón no es una papelera de reciclaje emocional.
Y si alguien te dice que estás exagerando por querer más, mándale este texto o mándalx a la chingada, tú decides.